por José Javier Bataller
Los habitantes del quinto planeta de la estrella z Tucanae tenían por costumbre comerse a todos los astronautas que allí arribaban. Cansados de que sus hombres sirviesen de aperitivo a unos extraterrestres cualesquiera, los jerifaltes de la Agencia Terrestre de Exploración Espacial decidieron enviar a un androide de aspecto y sabor indistinguibles de los de un humano corriente, pero con millones de microbombas repartidas por todo su organismo preparadas para estallar nada más llegasen a los estómagos de los susodichos. El éxito de la experiencia fue tal que a los autóctonos de la estrella del tucán se les quitaron las ganas de deleitarse con exquisiteces terrícolas. Sin embargo tan heroica acción tuvo repercusiones funestas en la Tierra. El Sindicato de Trabajadores Robots, Androides y Clones convocó a todos sus afiliados a la huelga a la vista de cómo había sido tratado uno de los suyos. La situación supuso tal caos en el planeta que prácticamente toda actividad quedó paralizada durante meses. Desafortunadamente durante ese período de tiempo entró en el Sistema Solar una nave extraterrestre proveniente del cuarto planeta de la estrella Ceti, cuyos habitantes tenían por costumbre esclavizar a la totalidad de la población de todos los planetas a los que se acercaban, sobre todo si estos no estaban en condiciones de resistirse.
