miércoles, 4 de julio de 2007

El relato de julio: A la luz de la Luna

Este cuento está basado en una canción popular francesa Au claire de la lune, al menos el principio pero no así el desenlace. A propósito, todo parecido con la película de M. Night Shyamalan El bosque es meramente casualidad o al menos producto del subconsciente.


El joven se orientaba en la oscuridad deslizándose de árbol en árbol, utilizándolos como balizas en su recorrido de cien metros hasta la cabaña vecina a la suya. Finalmente chocó contra una pared hecha de troncos sin descortezar. Recorrió la superficie con las manos llenándoselas de arañazos hasta encontrar una zona más pulida que identificó con la puerta.

- ¡Pierrot, Pierrot! – golpeó con fuerza la puerta acompañando sus gritos.

Ninguna reacción se produjo por parte del ocupante de la cabaña llenando de temor el corazón del demandante.

- ¡Por el amor de Dios, Pierrot! ¡Ya no me queda tinta y la vela se ha consumido! ¡Tengo que escribir la palabra! ¡Pronto será medianoche!

El joven blandió ante la cerrada puerta una hoja de pergamino cuya blancura apenas contrastaba con la negrura de la avanzada noche.

De pronto un leve arrastrar le llegó cabalgando sobre la oscuridad desde el interior.

- Yo tampoco tengo tinta. Mañana buscaremos juntos plantas y raíces y las machacaremos. Mañana… Ahora estoy ya en la cama – llegó un susurro desde el otro lado.

- ¡Mañana será tarde, maldito! ¡Tú lo sabes!

El bosque quedó nuevamente en silencio. Tan cerca de la medianoche ni siquiera las aves nocturnas se atreven a salir.

El joven palpó la puerta hasta encontrar el pergamino clavado. Lo arrancó con furia y lo esparció en decenas de trocitos por el suelo cubierto de humus. Se alejó de allí corriendo. Sólo tenía una oportunidad entre mil de sobrevivir. Y pensaba aprovecharla. Se paró solamente el tiempo justo para recoger una piedra afilada antes de llegar al claro. Allí la luz de la Luna llena llegaba lo suficientemente nítida como para poder escribir la palabra en el pergamino. No tenía tinta, así que comenzó a arañar su muñeca con la piedra hasta que un hilo de sangre comenzó a correr por su brazo. Fue entonces cuando un siniestro ulular lo sobresaltó. Él sabía que las aves nocturnas no cazaban a esas horas, al menos no en ese bosque. También sabía que las sombras que comenzaban a moverse por el borde del claro no eran producto de su imaginación. Sobre todo era consciente de que el olor a sangre todavía los excitaría más. Si todavía tuviese tiempo de escribir la palabra salvadora… Pero no, era momento de asumir que ya era demasiado tarde para él. Un grito desgarrador de procedencia humana fue el último sonido que oyó. Pierrot ya había pagado su traición. Paradójicamente murió contento por eso.

Made in Spain: El sueño de la razón, Juan Miguel Aguilera

El sueño de la razón (Minotuaro 2006) es la primera novela de Juan Miguel Aguilera que leí. Luego devoré La locura de Dios(Ediciones B, colección Nova, 1998) dada la buena impresión que me causó la primera.
El sueño de la razón está ambientada en 1518, en plena preparación del viaje que llevaría al jovencísimo duque de Borgoña, el futuro Carlos I de España y V de Alemania, a las costas españolas para ser coronado posteriormente rey de Castilla (después sería coronado rey de Aragón y luego Emperador del Sacro Imperio). El protagonista es un joven Luis Vives, ya amigo del humanista Erasmo de Rotterdam, que por mediación de éste acude a la corte de Flandes en calidad de preceptor de un joven noble. Hasta ahí podría pasar por un novela histórica, pero el caso es que la otra protagonista, Celeste, no es nada más ni nada menos que una joven bruja implicada sin quererlo en una trama que aglutina, entre otros, al pintor flamenco El Bosco y a Felipe el Hermoso con un pacto con el Diablo (o con alguien todavía más poderoso) y un intento de abrir las puertas del Infierno.
Luis Vives, valenciano de origen judío, exiliado en Flandes por sus propios sentimientos de culpa ya que siendo niño delató a sus propios padres como continuadores de los ritos judíos ante la Inquisición. Enfrascado en la escritura de un tratado sobre el alma y la vida se verá mezclado en la conspiración de los cabelleros del Toisón de Oro para controlar la mente de un debilitado, todavía príncipe, Carlos por medio de la brujería. Con la ayuda de Celeste conseguirá paralizar de momento la conjura y dar un respiro a la humanidad en su continua y secreta lucha contra los poderes más oscuros.
Escrita con buen ritmo y salpicada de sorpresas que hacen mantener el interés, el valenciano Juan Miguel Aguilera compone un fresco ucrónico de la época de fácil lectura y con escenas memorables, como el de la batalla donde los mismos astures que participaron en la batalla de Covadonga son resucitados para manetener a ralla a un ejército de lansquenetes muy superior en número.

El artículo: En homenaje a Fred Saberhagen


Fred no fue uno de los grandes, aunque es cierto que esa es mi opinión; sin embargo escribió un cuento: "Alas en la oscuridad" que leí a los catorce años en una antología sobre psicología en la ciencia ficción recopilada por Isaac Asimov (y Martin H. Greenberg). Me gustó, me gustó mucho. Me dieron ganas de leer otras cosas de Fred Saberhagen, pero no era mucho lo que se podía encontrar de él en castellano. Tuve en mis manos varias veces "El encuentro", cuyo argumento me fascinó desde un principio: Sherlock Holmes y Drácula juntos en una aventura. Ahora se han escrito muchos libros, ucronías las llaman, mescolanzas de personajes imaginarios y reales cuyo único anclaje común es transitar por la misma época. Pero el caso es que no compré el libro de Saberhagen. Era muy caro para mí entonces (unas dos mil pesetas a finales de los ochenta). Luego lo he buscado desesperadamente sin volver a encontrarlo. Cosas de la vida.
Más tarde cayó en mis manos "Coils", una colaboración entre Roger Zelazny (todavía mi escritor fetiche) y Fred Saberhagen que leí en inglés pues, que yo sepa, no está traducida al castellano. Me gustó también, pero las situaciones y personajes me recordaron más a Roger que a Fred.
Hace cuatro años me hice finalmente con una recopilación de los relatos sobre los Berserker (ya sabéis, esas máquinas asesinas programadas hace eones para aniquilar cualquier rastro de vida9 en el que estaba también incluido "Alas en la oscuridad". Me decepcionó bastante el volumen y, en particular, mi mitificado cuento de la adolescencia. No son cuentos malos, ni mucho menos, pero noté a faltar algo, ese sentido de la maravilla que me acertó hace veintidós años. Tal vez sea sólo cuestión de estado de ánimo.
De todos modos, le daré otra oportunidad a Fred Saberhagen. Ahora él ha muerto, pero me queda casi toda su obra por descubrir.

José Javier Bataller